SOBRE FUSES

Entrevista a Carolee Shneemann por Scott MacDonald

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SCHNEEMANN, CAROLEE, "Sobre Fuses" en: Cinema Comparat/ive Cinema, vol. 4, n. 8, 2016, pp. 10-11

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1Fuses

Fuses (Carolee Schneemann, 1967)
 

Scott MacDonald: ¿El público de Fuses ha cambiado mucho a lo largo del tiempo?

 

Schneemann: Oh, sí. Hubo aquel momento revelador cuando Fuses se proyectó por primera vez entre 1967 y 1968, cuando, no muchas, pero sí un cierto número de mujeres y una gran cantidad de hombres en el público sintieron que se les estaba devolviendo una especie de totalidad. Dijeron que era positivo para ellos, y las mujeres dirían que nunca habían mirado sus genitales y que nunca habían sentido que los aceptasen, y que esa era una oportunidad para hacer aquella especie de integración y «fusión» sobre sí mismas que ellas deseaban verdaderamente. Hay una amenaza en aquello que se perpetúa. También hay una resistencia tremenda a ello –la estupidez y el dolor que han enmascarado un tipo de hostilidad o de agresividad vulgar–. Uno de los casos más extremos ocurrió cuando yo estaba entre el público de Cannes. Cerca de cuarenta hombres enfurecieron y destrozaron las butacas de la sala, las rasgaron con navajas, las destriparon, y lanzaron el relleno afuera. Fue terrible, y peculiar.

 

MacDonald: ¿Fueron preparados?

 

Schneemann: No sé; el teatro estaba lleno. Fuses estaba en el programa de la Selección Especial del Jurado, muchas de las películas eran políticas socialmente (era 1968) comparadas con Fuses, que era política sexualmente. Los que se volvieron locos eran franceses, jovencillos; por su forma de vestir parecían de clase media. No sé lo que gritaban o por qué. Yo estaba muy desconcertada. Pensé que tenía que ver con el hecho de que había una secuencia narrativa pornográfica que fuese predecible. También hubo una pelea en la Universidad de Massachusetts en 1973, donde algún hombre del público dijo que no se le había puesto dura, así que ¿de qué servía? Y una mujer de la fila de atrás le dijo algo como, «no se te ha puesto dura porque no reconocerías algo que fuese realmente sexual aunque se te sentara encima». Y él se volvió y le dijo: «¿Quién coño te crees que eres? Solo eres otra de esas estúpidas zorras que...», o algo así; no lo recuerdo exactamente. En cualquier caso, ella lo llamó capullo estúpido –¡En el auditorio de una universidad!– y los profesores daban golpes en sus mesas, y los estudiantes gritaban, y alguien cogió un periódico y golpeó al hombre en la cabeza. Finalmente se acordaron de mí y me espetaron: «¿Qué opinas de que el público se pelee?» Y yo dije: «Parece que es muy catártico para vosotros; es mejor que lidiar con preguntas aburridas».

 

En 1972 o 1973 en el Art Institute de Chicago hubo un grupo de lesbianas separatistas que estaban extremadamente enfadadas con la película. Dijeron: «Aquí no aparece ningún rol modelo para nosotras, y no queremos tener que verla». Bien, de acuerdo, primero, no tenían que verla y, segundo, estaba perfectamente justificada su objeción, porque si necesitaban un rol modelo, el heterosexual de Fuses sería antagónico. Pero entonces una mujer les gritó: «Toda mi vida he sido asediada por hombres fascistas diciéndome qué ver y lo que significaba, y no voy a ser asediada por mujeres fascistas que me digan lo que ver y lo que significa. Gran aplauso de otro contingente». Y entonces otra mujer levantó su cabeza y dijo: «El rol modelo en las películas es el modo en el que la cineasta concibe su propia vida, y deberíamos verlo de ese modo». Más peleas y discusiones.

 

Hace como tres años, Fuses se consideró como una «mierda sentimental». Normalmente no escuchas muchas cosas de lo que la gente realmente dice o piensa sobre tu trabajo. Otras cosas, como invitaciones, llamadas, quien recuerda tu nombre... Cosas como esta te dicen cómo te clasifican dentro del mundo del arte. De todas formas, hubo ese momento en California en el que, me dijeron, la gente realmente la odió, la abucheó y se fue. Intento que todas las cosas que hago duren mucho; es cosa suya absorber los golpes.

 

2Fuses

Fuses (Carolee Schneemann, 1967)

 

MacDonald: La cantidad de reacciones negativas me parece extraña. Solo en cuestiones de colores y texturas Fuses me parece tan bonita de ver.

 

Schneemann: Bueno, la solían considerar demasiado fea como para verla: desordenada, fracturada, caótica. En California parece haberse hecho demasiado bonita. Quizá la gente de California estaba en el cuero y las correas. Muchas cosas han sido consideradas indulgentes en los últimos dos años. El amor heterosexual ha sido un lujo que algunas mujeres no pueden permitirse psicológicamente. Está demasiado cargado de compromiso y de distracción de las energías que han de ser identificadas como mujeres entre y con otras mujeres.

 

MacDonald: Cuando veo Fuses parece muy evidente que, aunque tú y Jim Tenney os conocíais desde hacía mucho tiempo, todavía estabais bastante fascinados el uno por el otro. Al menos a un cierto nivel, las diversas condiciones de iluminación de la película, los diferentes tonos, los diferentes aspectos técnicos que suceden sugieren una prolongada exploración erótica entre vosotros.

 
Schneemann: También hay una duración prolongada en ello. No tiene la dimensión de excitación de la inmediatez dramática.

 

MacDonald: Parece que podéis mantener ese nivel de pasión durante un largo período de tiempo.

 

Schneemann: Esperemos que sí. Es lo que yo espero normalmente. Fuses es, en parte, una respuesta a Loving de Brakhage, en la que salimos Jim y yo. Brakhage hizo Loving debido a su fascinación por la sensibilidad erótica y la vitalidad que había entre Jim y yo. Para él era muy importante verlo y ponerle atención. Pero me di cuenta de que Loving fallaba al capturar nuestro erotismo central, y quise arreglarlo. De hecho, odio lo que ocurre cuando aparezco en el trabajo de otro, con la excepción de la película de Bill Brand, Split Decision, que es todo invención. Siempre creo que se ha ejercido una tremenda distorsión sobre mí, pese a conservar la esperanza de que aparecerá alguna coherencia sobre mí.

 

3Fuses

Fuses (Carolee Schneemann, 1967)

 

Otra cosa que pensaba en aquel momento es el tema de equidad entre parejas. Hay una enorme resistencia a ello; siempre tiene que haber una persona por encima de la otra, ¿verdad? Siempre he pensado que poder tener esta equidad dentro de la pareja es un valor especial, y Jim recibió muchas críticas por ello. Los hombres, particularmente, pensaban que no estaba recibiendo las ventajas que se merecía. No se referían al sexo, sino a nuestra vida cotidiana. La gente venía y veía que él se ponía a limpiar los platos mientras yo cocinaba, o que él no podía venir a una hora determinada porque era cuando yo estaba trabajando en mi pequeña parte de la casa y no se me podía molestar. Había una enorme hostilidad hacia mí, como si él fuese una víctima si yo no me ponía a servirlo. Pero la situación tenía un doble rasero: tenía una fascinación erótica porque también era muy sexy. La gente siempre decía: «No podéis vivir así».

 

Por otra parte, se pensaban que las influencias iban solo en una dirección. Jim me influenciaba; en doce años nunca le había podido influenciar yo. Casi nadie pensaba que pudiésemos ser buenos el uno para el otro. Este tipo de cosas todavía pasan. Yo lo veía en otra gente. Cuando John y Yoko comenzaron a estar juntos, la respuesta general, al margen de la de los fans fascinados, fue despiadada. Todos los artistas dijeron: «Lennon está arruinando la imaginación quijotesca de ella», y toda la gente pop dijo: «Él está con esta mujer extraña de vanguardia, y ella está arruinando la cabeza de él». Nunca la celebración de los dos, entregándose lo que hacían el uno al otro.

 

Extractos de la conversación de Scott MacDonald con Carolee Schneemann en: Scott MacDonald (1988). A Critical Cinema . Interviews with Independent Filmmakers. University of California Press. Berkeley.