EDITORIAL. PALABRAS COMO IMÁGENES, VOCES EN OFF

Manuel Garin

En el clímax de Nostromo, cuando esperamos ávidamente la resolución de los grandes enigmas de la novela (una guerra, la desaparición del protagonista, el destino de varios personajes), Joseph Conrad introduce una elipsis radical, como negándose a describir las imágenes centrales que, hasta ese punto, ha ido sembrando cuidadosamente en la mente del lector. Estamos hablando de imágenes en mayúsculas, pues la Segunda Parte del libro –que precede a la elipsis- es una incesante sucesión de aventuras, narradas de forma poderosamente visual. El lector desea ver nuevas imágenes a toda costa, y Conrad frustra deliberadamente ese deseo sustituyendo la narración en presente por un relato retrospectivo: la voz de un viejo marino –el capitán Mitchell- que cuenta lo que ocurrió a toro pasado, años después, mientras hace de cicerone para un recién llegado. Filtradas por su voz, aquellas imágenes –que tanto anhelábamos- se convierten en una especie de print the legend turístico, todo lo contrario de lo que la novela promete hasta ese punto, boicoteando tanto las imágenes mismas (su sentido histórico) como el deseo “de imágenes” alimentado por el lector. Un doble boicot que nos obliga a ver a través de la voz:

 

«Y en el despacho del superintendente, el distinguido pasajero del Ceres, el Juno, o el Palas, aturdido y como aniquilado mentalmente por el súbito empacho de imágenes, sonidos, nombres, hechos y complicada información entendida a medias, oía como un niño cansado escucha un cuento de hadas; oía una voz, conocida y sorprendente en su pomposidad, que le contaba, como viniendo de otro mundo, que ‘en este mismo puerto’ tuvo lugar…» (Conrad, 1999: 482)

 

Esa traición elíptica de Conrad no es sólo una dislocación temporal, es decir, un gesto político de primer orden, es además un manifiesto sobre el poder de la voz y, particularmente, de esas voces en off que vienen como de otro mundo y desmontan con unas pocas palabras todo lo que creemos que es o no es el cine. Esas voces en off, entendidas como un mecanismo generador de imágenes y un acto de resistencia (a las propias imágenes), centran este número de Cinema Comparat/ive Cinema, para el que hemos reunido un coro de voces heterogéneo y feroz, combinando entrevistas y ensayos con documentos de trabajo o reflexiones de cineastas, montadores y sonidistas, con el ánimo de confrontar usos radicalmente diversos de la narración oral como vehículo de expresión cinematográfica.

 

Ninguneada por unos y santificada por otros, la voz en off es uno de los recursos audiovisuales que mayores malentendidos ha suscitado a lo largo de la historia del cine, lo que prueba su incomparable utilidad como lugar de experimentación y puesta en crisis. En época de replanteamientos y abaratamientos de los modos de producción y de rodaje mediante el digital, películas como Historias extraordinarias (Mariano Llinás, 2008) o Tabú (Miguel Gomes, 2012) señalan otras formas de composición, otros modos de abordar la relación entre la imagen y la palabra o incluso lo literario. En ellas, se empieza a dibujar una nueva o presente tradición en el uso de la voz en off: por este motivo, hemos querido abordar algunas cuestiones históricas y conceptuales en diferentes géneros, épocas, cinematografías y cineastas.

 

Estas páginas no aspiran a resolver nada, son solo un conjunto de voces que como aquella del capitán Mitchell cuestionan la relación entre ver y decir: palabras como imágenes.

 

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

CONRAD, Joseph (1999). Nostromo. Madrid: Alianza.