EN EL CAMINO, DE CUANDO EN CUANDO, VISLUMBRÉ BREVES MOMENTOS DE BELLEZA1

Jonas Mekas

¿CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO?

MEKAS, JONAS, "En el camino, de cuando en cuando, vislumbré breves momentos de belleza" en: Cinema Comparat/ive Cinema, n. 3, 2013, pp. 10-18

DESCARGAR EN PDF

NOTA

En el camino, de cuando en cuando, vislumbré breves momentos de belleza (As I Was Moving Ahead Occasionally I Saw Brief Glimpses of Beauty, Jonas Mekas, 2000)

En el camino, de cuando en cuando, vislumbré breves momentos de belleza
(As I Was Moving Ahead Occasionally I Saw Brief Glimpses of Beauty, Jonas Mekas, 2000)

 

Realmente, nunca he sido capaz de discernir dónde empieza mi vida y dónde termina.

 

CAPÍTULO I

 

Nunca he sido capaz de saber nada sobre todo esto. Sobre lo que se trata, sobre el significado de todo. Así que cuando ahora he empezado a reunir todos estos rollos de película, para juntarlos, la primera idea que me vino fue guardar su orden cronológico. Pero luego desistí y simplemente empecé a empalmarlos al azar, tal y como me los iba encontrando en la estantería. Porque realmente no sé a dónde pertenece cada pedazo de mi vida.

 

Que así sea, que así se quede, por puro azar, desorden. Hay un cierto orden en ello, un orden propio que realmente no comprendo, igual que nunca comprendí la vida a mi alrededor, la vida real, como la llaman, o la gente verdadera, nunca los comprendí.

 

Sigo sin comprenderlos, y realmente no quiero comprenderlos.

 

Sin saber, inconscientemente, llevamos… cada uno de nosotros llevamos en nuestro interior, en algún lugar profundo, algunas imágenes del paraíso. Quizás no sean imágenes, sino un vago sentimiento de haber estado en algún lugar... Hay lugares... hay lugares en los que nos encontramos a nosotros mismos en nuestras vidas. Yo he estado en esos lugares en los que he sentido, ¡ay! que debían de ser el paraíso, que eran el paraíso, que así fue el paraíso, o algo así. Un pequeño fragmento del paraíso. No sólo lugares. He estado con amigos. Hemos estado juntos, amigos míos, muchas veces, y hemos sentido cierta unión, algo especial, estábamos eufóricos y nos sentíamos como si estuviéramos en el paraíso.

 

Pero estábamos en esta misma Tierra. Y, sin embargo, estábamos en el paraíso. Aquellos breves instantes... aquellos instantes... Quizás esté en ellos la respuesta. Olvídate de la eternidad, disfruta. Sí, disfrutamos de aquellos momentos. Aquellos breves instantes, aquellas veladas... Y hubo muchas veladas así, muchas veladas así, amigos míos. Nunca las olvidaré, amigos míos.

 

Creo que Nietzsche fue la transición. Creo que uno de los más grandes filósofos de la cultura occidental fue Nietzsche. El más minucioso de todos.Por eso ejerció en mí la mayor de las influencias.

 

Cambió mi vida en 1960. En 1959 leí su "Dramaturgie", con la introducción de la segunda o tercera edición, la cual escribió años después y en la que dice: "¡Ojalá hubiera escrito poesía y la hubiera asimilado en vez de intentar expresarla como un filósofo! Ese fue mi error". Eso mismo me dije yo: "Ya basta. Ahora tengo que hacer mis propias películas". Entonces fue cuando dejé mi trabajo en Graphic Studios y rodé "Guns of the Trees". Tenía sus ideas propias y lucha sin cesar…

 

CAPÍTULO II

 

Aquí estoy, en mi cuarto de montaje, a altas horas de la noche, de nuevo a estas horas. Aquí he parado mi grabadora... Es decir, estoy rebobinando mientras trabajo con los sonidos... Aquí estoy, con mis imágenes y mis sonidos, a solas, en una casa prácticamente vacía.

 

Oona está ahora casada, es feliz y vive en Brooklyn. Pero en realidad, en este mismo instante, está con Sebastian. Se fueron al cine. Hollis está fuera, salió pronto esta mañana. Yo salí antes que ella, así que no sé dónde está ni a qué hora regresará a casa. Así que aquí estoy, a solas con mis gatos, mis imágenes y mis sonidos. Y conmigo mismo.

 

Conmigo mismo preguntándome... haciéndome preguntas sobre mí. En realidad, quizás esté exagerando. En verdad, no me estoy preguntando nada. Tan sólo estoy haciendo mi trabajo... haciendo mi trabajo. Este es mi pequeño taller. Esta pequeña habitación, cargada con montones de película, y mis dos acordeones Bayan. Aquí está uno... y aquí, el otro.

 

Mientras, yo trabajo con mis sonidos. No estoy seguro de lo que realmente estoy haciendo. Todo es azar. Estoy repasando todos los rollos de sonido, escogiendo uno, escogiendo otro; empalmándolos; uniéndolos, al azar, igual que las imágenes. De la misma manera que uno las imágenes. De la misma... Exactamente de la misma manera en que las rodé inicialmente: por casualidad, sin plan alguno, sólo según el capricho del momento, lo que en aquel momento sentí que debía grabar. Una u otra cosa, sin saber por qué.

 

Lo mismo con los sonidos que reuní durante todos aquellos años. Estoy recogiendo todos aquellos sonidos y poniéndolos aquí, en la banda sonora. Al azar.

 

Recuerdos... recuerdos... recuerdos que son imágenes y sonidos. Recuerdos...

 

No hay ningún juicio aquí. Ni positivo ni negativo. Ni bueno ni malo. Tan sólo son imágenes y sonidos, muy, muy inocentes, tanto en ellos como por sí mismos, cuando... pasan. Cuando se van, se van. Muy, muy inocentes. Sí, la gente es mala. El cine es... inocente. Inocente. La gente no es inocente. No lo es.

 

CAPÍTULO III

 

Aquí hay una sorpresa para el tercer capítulo.

 

¿Qué suele hacer la gente normal? Está claro: se casa. Así que Hollis y yo, los protagonistas de esta película, decidimos ser como toda la gente normal y seria. Decidimos casarnos.

 

¡Almus, con tu infinita energía!

 

¡Jacques Ledoux!

 

¡El dulce Ledoux!

 

¡P. Adams, Allan!

 

Ken y Richard.

 

Harry, añoro tus bromas. Añoro tus bromas.

 

Ahí está el miliciano... y padre de Hollis. Y el hermano de Hollis.

 

Mirando la nevada. Sigue buscando cosas en lugares donde no hay nada.

 

El sueño.

 

La habitación del llanto. La habitación del llanto. El campo del llanto. Hay una habitación... hay una habitación, cuyo interior no vemos nunca. Hay una habitación en la cual hay una mujer que no para de llorar. La oímos llorar, pero nunca la vemos. El campo del llanto. Hay una habitación.

 

El silencio. El silencio. Pero ¿qué pasa durante los silencios? Sí, los silencios...

 

Pero ¿qué pasa durante los silencios?

 

Pero ¿qué pasa durante los silencios?

 

El dolor es más intenso que nunca. He visto fragmentos de paraísos perdidos y sé que trataré de volver a ellos desesperadamente, aunque me duela. Cuanto más profundizo en las regiones de la nada, cuanto más me adentro en mí mismo, cada vez encuentro profundidades más aterradoras debajo de mí hasta que mi propio ser siente vértigo. Hay breves vislumbres de cielo despejado, como al caer de un árbol, así que tengo una vaga idea de adónde voy, pero aún hay demasiada claridad y un orden rotundo de las cosas, de alguna manera, siempre cojo el mismo número. Así que vomito fragmentos quebrados de palabras y sintaxis de los países por los que he pasado, miembros despedazados, casas masacradas, geografías. Tengo el corazón envenenado y la mente hecha jirones por el horror y la tristeza. Mundo, nunca te he abandonado, pero me hiciste cosas terribles. Este sentimiento de no ir a ningún lugar, de estar estancado, el sentimiento de la primera estrofa de Dante, como atemorizado ante el siguiente paso, la siguiente etapa. Hasta que no me haga una composición de mí mismo o siga en la superficie, no he de avanzar. No he de tomar decisiones dolorosas y atroces ni decidir adónde ir ni cómo. Porque en las profundidades se han de tomar decisiones atroces, hay que dar pasos atroces. Es a los cuarenta cuando morimos los que no lo hicimos a los veinte. Es a los cuarenta cuando nos traicionamos a nosotros mismos, a nuestros cuerpos, a nuestras almas, bien por quedarnos en la superficie, bien por avanzar tomando las decisiones más sencillas, retrasando las cosas, entregando nuestras almas a miles de reencarnaciones. Pero ahora he llegado casi al final, la cuestión es si lo haré o no. Mi vida se ha vuelto demasiado dolorosa y sigo preguntándome qué estoy haciendo para salir de donde estoy, qué estoy haciendo con mi vida. Tardé mucho en darme cuenta de que es el amor lo que diferencia al hombre de las piedras, los árboles, la lluvia, y de que podemos perder nuestro amor, de que el amor crece amando. Sí, he estado completamente perdido, verdaderamente perdido. En ocasiones quise cambiar el mundo, quise coger una pistola y abrirme paso en la civilización occidental. Ahora quiero dejar a los otros en paz, pues ya les esperan sus terribles destinos. Ahora quiero abrirme paso dentro de mí mismo, en la noche oscura de mi alma. Por eso cambio mi curso, voy hacia dentro. Por eso de un salto me adentro en mi propia oscuridad. Debe de haber algo, de algún modo, lo siento, muy pronto, algo que debería darme una señal para moverme en una u otra dirección. Ahora debo estar muy abierto y alerta, completamente abierto. Sé que está llegando. Camino como un sonámbulo esperando una señal secreta, listo para ir en una u otra dirección, escuchando en este enorme silencio blanco la más débil señal o llamada. Y me siento aquí, a solas, lejos de ti. Es de noche y me reflejo en todo lo que me rodea, y pienso en ti. Lo vi en tus ojos, en tu amor, tú también oscilas hacia las profundidades de tu alma en círculos cada vez más grandes. En tus ojos vi la felicidad y el dolor, reflejos de paraísos perdidos y recobrados y vueltos a perder, la terrible soledad y la felicidad. Sí, y me reflejo en esto y pienso en ti, somos como dos astronautas solitarios en el frío espacio exterior, mientras estoy aquí sentado a solas, a estas horas de la noche y pienso en todo esto.

 

CAPÍTULO IV

 

Así que, mis queridos espectadores, hemos llegado al capítulo cuarto.

 

Perdonadme: nada, nada extraordinario hasta ahora ha sucedido en esta película. Nada demasiado extraordinario. Son simples actividades cotidianas, la vida. Ninguna tragedia, ningún gran clímax ni tensión. Algo que sucederá a continuación. En realidad, los rótulos de esta película os van diciendo lo que va a pasar. Supongo que, a estas alturas, habréis notado que no me gusta el suspense. Quiero que sepáis de forma precisa, o al menos de manera aproximada, lo que va a venir, lo que va a suceder. Aunque, de nuevo, como habréis comprobado, en cualquier caso, no pasan muchas cosas. Así que, continuemos, continuemos y veamos. Quizás ocurra algo. Quizás. Si no, perdonadme, queridos espectadores. Aunque no suceda nada, continuemos, en cualquier caso. Así es la vida. Siempre es más de lo mismo. Siempre más de lo mismo. Un día sigue a otro, un segundo sigue a otro.

 

Está bien. Ahora os daré más suspense y veamos... veamos cómo pasa el tiempo. Grabaré exactamente un minuto, a partir de ahora mismo.

 

¡Corten! Eso ha sido un minuto. Un minuto es más largo de lo que uno piensa.

 

Y ahora, la bruma cubre la arena.

 

Y ahora, la bruma cubre la arena.

 

He estado completamente solo, a solas conmigo, durante mucho tiempo.

 

He estado completamente solo, a solas conmigo, durante mucho tiempo.

 

Se sienta bajo un árbol en el parque, escuchando las hojas de los árboles al viento.

 

Aquel día querías venir conmigo, pero no pudiste. Me fui solo, pero no fue lo mismo. Dijiste que tenías el presentimiento de que en una de mis vidas tuve algo que ver con el circo. Me dijiste que podías verme en España.

 

Sin imagen. Sólo la banda sonora de Louis y Storm hablando sobre algo. Retazos, vislumbres de los místicos.

 

Mi querido espectador, es medianoche. Me dirijo a ti y es muy, muy tarde en mi pequeña habitación. Estoy mirando estas imágenes y trato de ofrecerte algunos sonidos que vayan bien con estas imágenes y con mi imaginación. Se me ha muerto el cerebro.

 

Estoy mirando estas imágenes ahora, muchos, muchos años más tarde. Reconozco y recuerdo todo. ¿Qué te puedo decir? ¿Qué te puedo decir? No, no. Estas son imágenes que para mí tienen un significado, pero que quizás no lo tengan en absoluto para ti. Luego, de repente, a medianoche, pensé: ninguna de estas imágenes podría interesarle a nadie más. Quiero decir: todas las imágenes que nos rodean, las que atravesamos en nuestras vidas y a las cuales filmo, no son muy diferentes de lo que tú has visto o vivido... de lo que tú has visto o vivido. Todas nuestras vidas se parecen mucho. ¡Ay, mi querido Blake! Sólo una gota de agua. Todos estamos en ella y nada, no hay una gran diferencia ni una diferencia fundamental entre tú y yo, no hay una diferencia fundamental.

 

CAPÍTULO V

 

A estas alturas deberíais daros cuenta de que lo que estáis viendo es una especie de obra maestra de la nada. Nada. Habréis notado mi obsesión por lo que se considera nada, tanto en el cine como en la vida, por nada muy importante. Todos buscamos esas cosas muy importantes. Cosas muy importantes. Y aquí no hay nada importante, nada. Se trata de pequeñas escenas cotidianas, pequeñas celebraciones y alegrías personales. Nada importante. Todo es nada. Nada. Es decir, si nunca has vivido el éxtasis de un niño dando sus primeros pasos... La increíble importancia de ese momento, de un niño dando sus primeros pasos. O la importancia, la increíble importancia de un árbol en primavera, repentinamente cargado de flores. ¡Cargado de flores! El milagro... los milagros de cada día, pequeños momentos del paraíso que tienen lugar aquí ahora. Quizás al siguiente momento desaparezcan. Absolutamente insignificantes... pero grandes.

 

"El lector debería de estar movido no sólo y principalmente por el impulso mecánico de la curiosidad ni por el impaciente deseo de llegar al final, sino por la placentera actividad del viaje en sí." Coleridge.

 

¿Es junio? ¡Sí, 26 de junio!

 

Día 26: ¿qué tenemos que decirnos en este día?

 

Día 23 de junio.

 

La voz dijo: "No tienes que ir a ninguna parte. Sólo tienes que prepararte. Prepárate. Has de saber que está aquí. Llegará por sí mismo. Tu trabajo está aquí, vendrá por sí mismo. Tan sólo has de tener confianza y ser consciente, y estar abierto y preparado. No te preocupes. No te sientas frustrado, llegará."

 

CAPÍTULO VI

 

Para cuando el espectador, es decir tú, llega al capítulo sexto, uno espera, es decir, tú esperas... esperas descubrir más cosas sobre el protagonista, es decir, sobre mí, el protagonista de esta película. Así que no quiero decepcionarte. Todo lo que quiero contarte está aquí. Aparezco en cada imagen de esta película. Estoy en cada fotograma de esta película. Lo único que has de saber es cómo leer estas imágenes. ¿Cómo? ¿No te explicaron todos aquellos tipos franceses cómo leer las imágenes? Sí, te lo explicaron. Así que, por favor, lee estas imágenes y así podrás averiguarlo todo sobre mí.

 

De modo que aquí está el capítulo sexto.

 

¡Los veranos de Nueva York! Los veranos, cuando todo el mundo sale de la ciudad, cuando casi puedo caminar solo por las calles, con el sol azotando las calles, sudando, acalorado. Me encanta, me extasío en esos días, semanas de pleno verano, la época más calurosa en Nueva York. Me encanta, me gusta cuando hace calor en Nueva York y sudo caminando por las calles. He caminado por estas calles durante toda mi vida neoyorquina, durante muchos, muchos años. Tengo recuerdos... tengo recuerdos de esas calles, muchos, muchísimos años atrás. Los veranos... los veranos de Nueva York... ¡son arrebatadores! Las habitaciones del centro de Nueva York son calurosas y un viento misterioso entra por las ventanas agitando suavemente las cortinas. ¡Los vientos de los veranos neoyorquinos! Te sientas o quizás te tiendes sobre tu cama ardiente en una habitación ardiente, y sudas y no sabes qué beber, pues todo lo que bebas saldrá enseguida por tu piel en forma de sudor. ¡Esa es la época del año que me gusta! Y quizás te sientes en la ventana y mires afuera, quizás ni siquiera tengas el ventilador puesto. También hace mucho calor en la habitación, y miras afuera y todo palidece con la luz del sol. Luego te vas al parque... te tumbas en la hierba y miras al cielo azul. Quizás no haya una sola nube, y hace calor, hace calor. Hay millones de personas a tu alrededor tumbadas sobre colchas, alrededor de los árboles... los árboles. Y ahí estás tú, quizás estés tú solo en pleno verano. ¡Qué éxtasis! ¡Qué éxtasis!

 

Mientras te miraba en aquel momento, pensé que no podía haber nada más bello o más importante sobre la Tierra, entre el cielo y la Tierra, que cuando eras una con ellos, una con el cielo y la Tierra, alumbrando, alumbrando a Oona. En aquel momento te admiré y supe que estabas completamente en otra parte, en otra parte en la que yo nunca podría estar, algo que nunca podría comprender del todo. La belleza del momento, de aquel momento, estaba más allá de las palabras.

 

Y ahora, esto pertenece a William Carlos Williams, a su autobiografía: "La responsabilidad del poeta consiste no en hablar vagamente, sino en escribir sobre lo concreto, igual que un médico examina a su paciente, a lo que tiene delante, a lo concreto, para descubrir lo universal". John Dewey dijo: "Lo descubrí por casualidad, lo específico es lo único universal, sobre lo cual se construye todo arte". Cerramos comillas.

 

Después, repentinamente, desaparece todo sonido.

 

CAPÍTULO VII

 

Mis queridos espectadores, supongo que ya os habréis dado cuenta de otra cosa: de que realmente yo no soy un director de cine. No hago películas. Sólo filmo. Filmar me obsesiona. En realidad, soy un filmador. Aquí estoy yo con mi Bolex. Atravieso esta vida con mi Bolex y tengo que filmar lo que veo, lo que sucede en el momento. ¡Qué éxtasis filmar y nada más! ¿Por qué hacer películas cuando simplemente puedo filmar, cuando puedo filmar lo que está sucediendo frente a mí, ahora, a mis amigos, todo lo que veo? Quizás no esté filmando la vida real, quizás sólo esté filmando mis recuerdos. ¡No me importa! Simplemente tengo que filmar. De igual manera, tengo que filmar la nieve. Tengo que filmar la nieve. ¿Cuánta nieve hay en Nueva York? Sin embargo, veréis mucha nieve en mis películas. La nieve es como el barro de Lourdes. ¿Por qué siempre que se pinta el paraíso, aparece lleno de árboles exóticos y nada más? ¡No, mi paraíso estaba lleno de nieve! Os lo digo: mi paraíso estaba lleno de una suave y blanca nieve. Y solía deslizarme sobre ella. Me sentía enormemente libre, feliz. Estaba en el paraíso. Sabía... sé que cuando era niño estaba en el paraíso. Lo sé.

 

Supongo que soy un romántico. Me podéis llamar romántico. No tengo ningún inconveniente. No entiendo, realmente nunca entendí, nunca viví de veras en el llamado mundo real. Viví... vivo en mi propio mundo imaginario, que es tan real como cualquier otro, tan verdadero como los mundos reales de toda la gente que me rodea. Vosotros también vivís en vuestros propios mundos imaginarios. Lo que estáis viendo es mi mundo imaginario, el cual para mí no es en absoluto imaginario. Es real. Tan real como el resto de las cosas bajo el sol. Así que, continuemos. Continuemos.

 

CAPÍTULO VIII

 

Mientras uno estos trozos de película ya casi de noche, pienso en mí mismo, pienso en cómo a lo largo de los años me he cubierto con capas de civilización, con tantas capas que ahora ni yo mismo veo la facilidad con la que las heridas se adentran en mis más hondas profundidades... Profundamente herido por cosas que ni sospecho. ¿Qué sé sobre esta civilización, sobre esta vida? No sé nada. No entiendo nada. Y no sé nada. No sé nada. No sé cómo me las he arreglado para llegar hasta aquí, cómo he llegado a este punto de mi vida. Pero sigo avanzando en mi camino, lentamente, avanzando, y algunos vislumbres de felicidad y belleza se cruzan en mi camino, por casualidad, cuando ni siquiera lo espero... cuando ni siquiera lo espero... Así que sigo avanzando en mi camino, sigo avanzando, amigos míos...

 

Entiendo a los animales: vacas, caballos, gatos, perros... Pero no entiendo a la gente. No entiendo a la gente. Así que continuemos.

 

La vida sigue.

 

Mi cámara... Filmar... No estoy haciendo películas. Sólo estoy filmando. El éxtasis de filmar, de tan sólo filmar la vida que me rodea, lo que veo, ante qué reacciono, ante qué reaccionan mis dedos y mis ojos en este momento, ahora, en este momento mientras está sucediendo todo. ¡Oh, qué éxtasis!

 

CAPÍTULO IX

 

Así que, continuemos. Ahora es de noche, muy tarde, en Nueva York y en mi pequeño cuarto, donde estoy uniendo todos estos fragmentos. Parece que el único tiempo que tengo para mí son esas altas horas de la noche en las que todos duermen, en las que el aire es más nítido, desprovisto de los ruidos del día, de la actividad. Son esos diminutos fragmentos de tiempo y, por supuesto, siempre ha sido así, por eso mi película consiste en pequeños trozos, fragmentos de tiempo, tiempo de mi vida…pequeños fragmentos. Pero, a veces, los fragmentos contienen todo lo que hay, como dijo Blake...

 

CAPÍTULO X

 

De fondo podéis escuchar algunos ruidos de la celebración de Año Nuevo. La Nochevieja del 1999 al 2000. Mañana será el primer día del año 2000. Estoy en mi cuarto de montaje, haciendo empalmes. Hoy he hecho unos ciento cincuenta empalmes y estoy mirando metraje antiguo, metraje del siglo veinte, del último cuarto del siglo veinte, mientras el mundo está celebrando el Año Nuevo. El nuevo año... Yo estoy celebrando todos los años viejos de este metraje, de esta película. Quedan unos veinte minutos para que finalice este milenio mientras estoy aquí, sentado en mi cuarto de montaje, haciendo empalmes, montando pequeños pedazos de mi propio pasado, de mi propio milenio. Cada uno de nosotros tiene su propio milenio, milenios que podrían ser más largos o más cortos. Cuando miro ahora este metraje lo hago completamente desde otro lugar, ahora estoy completamente en otro lugar. Este soy yo, aquí, y, sin embargo, ya no soy yo, pues soy yo mismo quien lo está mirando todo ahora, a mí mismo, a mi vida, a mis amigos, al último cuarto del siglo. Ahora quedan unos diecisiete minutos para el fin de este siglo, de este milenio. No es más que tiempo. El tiempo sigue avanzando, la vida sigue; igual que esta película sigue avanzando a través de la ventanilla del proyector. la ventanilla del proyector. La película, estas imágenes tomadas de manera fortuita en diferentes ocasiones, hace mucho tiempo, sólo significan lo que significan, son lo que son y nada más allá de ellas.

 

Los domingos... los domingos en Central Park, cuando te sientas sobre la hierba... cuando te sientas sobre la hierba con amigos y, quizás, con una botella de vino, algo de queso y algún embutido italiano. ¡El éxtasis, la belleza, la felicidad de los domingos en Central Park! Si no has pasado un domingo, muchos domingos, tantos como yo he pasado allí, nunca sabrás la felicidad, el placer, el éxtasis, la belleza de Central Park los domingos. ¡Central Park! Veranos en Central Park... Los veranos de Central Park...

 

Las estaciones cruzan Nueva York, discretamente, a menudo inadvertidas. Ahora es invierno y luego, antes de que te des cuenta, de repente, primavera. A veces piensas que ya es primavera, y, de súbito, nieva por sorpresa. Y después, de nuevo, vuelve la primavera y, de repente, todo florece. Todo florece y entonces ya sabes que realmente ha llegado la primavera. Sí, es primavera, y te vas a Central Park. ¡Amigos míos! ¡Las primaveras, los veranos de Nueva York!... No creo que me creáis, pero os lo digo: Nueva York está preciosa en primavera. Y cada vez que llega el verano me extasío, no quiero ir a ninguna parte, quiero quedarme aquí, en Nueva York.

 

Recuerdos, recuerdos vienen y van desordenadamente. Recuerdo una cosa, recuerdo otra; lugares, rostros, situaciones. Vienen y van, vienen y van.

 

Mis queridos amigos, estar en el paraíso es estar con viejos buenos amigos. ¡Amigos míos! ¡Las horas, las veladas que hemos estado juntos! Eso era el paraíso. ¡A medida que el tiempo pasa... a medida que el tiempo pasa, no hay nada más importante que los buenos amigos, amigos míos!

 

CAPÍTULO XI

 

Cuando estoy sentado en mi habitación a altas horas de la noche y miro a alguna de las imágenes que estoy empalmando, uniendo, me pregunto cuánto de vosotros mismos veréis y reconoceréis en estas imágenes.

 

Ahora os hablo a vosotros, Oona, Sebastian y Hollis. Ahora me estoy dirigiendo a vosotros. Estos son mis recuerdos. Vuestros recuerdos de los mismos momentos, si es que los tenéis, serán muy diferentes. Estos son mis recuerdos, la manera en que vi las cosas al filmarlas. Supongo que fue recordando mi niñez. Estaba filmando mis propios recuerdos, mi propia infancia, al tiempo que filmaba la vuestra. Escogí aquellos momentos, a los que yo mismo respondía volviendo a mi infancia, recordándola. Así que no sé cuánto de vosotros veréis en esto, a pesar de que todo fue real, todo fue la vida real. Sois vosotros, sois vosotros en cada fotograma de esta película, aunque vistos por mí. Pero sois vosotros. Lo veréis todo de manera muy distinta. Estas imágenes significarán para vosotros otra cosa completamente distinta de lo que significan para mí.

 

Sí... de nuevo se me ha hecho muy tarde esta noche. La ciudad duerme. Estoy aquí, solo, mirando a estas imágenes, fragmentos de mi vida y de las vuestras; hablándole a este micrófono, a solas, a solas...

 

CAPÍTULO XII

 

Aún estoy en la Provenza, esta noche, aquí, en mi cuarto de montaje, a estas horas de la noche. ¡Estoy en la Provenza! Siento el sol, la claridad; veo el paisaje, los árboles, las flores. Puedo oler el aire provenzal y puedo sentir la felicidad, la felicidad de aquel verano en la Provenza, mientras nosotros, Hollis y yo, conducíamos arriba y abajo, por las colinas, atravesando pueblecitos. ¡La Provenza! Mientras bebíamos el vino provenzal, el aire de la Provenza. ¡La felicidad! ¡El éxtasis de aquel verano! Aún está aquí, ahora, conmigo en este mismo instante. Es más intenso que cualquier otra cosa que haya vivido, sufrido. Hoy... hoy, ahora y en Nueva York es mucho más intenso, cercano y mucho más real. ¡Me preguntáis sobre la belleza! ¿Qué sé yo de la belleza? Lo que sé es que he vivido momentos de felicidad. Y si la belleza existe, aquellos momentos de felicidad encarnaron la belleza.

 

La Provenza es belleza. Estar enamorado es belleza. Beber vino provenzal es belleza. ¡Aquello era y es belleza, amigos míos! Sí, los amigos son belleza. Beber una copa de vino con amigos, con los nuevos y los viejos amigos, eso es belleza. Esta noche brindo por vosotros, aquí, a solas alzo mi copa de vino provenzal, el vino de Ben. ¡Por vosotros, amigos míos!

 

Mis queridos espectadores, mientras continuamos no me siento culpable en absoluto por haceros ver tan personales e insignificantes momentos de mi vida. Todos buscamos algo más importante... algo más importante... Pero a medida que la vida sigue su curso, en algún punto nos damos cuenta de que un día sucede a otro, y que las cosas que ayer creíamos tan importantes hoy ya las hemos olvidado.

 

La vida continúa... La vida continúa... Y lo que a mí me parece importante, puede no parecéroslo a vosotros, no pareceros importante en absoluto... Aunque finalmente todo pasa, excepto este mismo, este mismísimo momento, y al siguiente instante ya estamos en otro momento y sucede algo diferente y todo lo demás se esfuma, se convierte en pasado, en recuerdos, en recuerdos. Pero algunos de los recuerdos... no, realmente no se van del todo. Nada se va realmente del todo, permanece aquí siempre, y en ocasiones se apodera de ti, y es más fuerte que la realidad que te rodea, que me rodea, ahora. Esa es... esa es la realidad. Es real. Es realmente real, aunque no esté aquí ya, como dicen, no está aquí ya. Pero está aquí para mí, está aquí y ahora.

 

No sé lo que es la vida. No tengo ni idea de lo que es la vida. Nunca he entendido la vida, la verdadera vida. ¿Dónde vivo realmente? No lo sé. No sé de dónde vengo ni adónde voy. ¿Dónde estoy? ¿Dónde estoy? No lo sé. No sé dónde estoy, ni hacia dónde voy ni de dónde vengo. No sé nada sobre la vida. Pero he visto algo de belleza, he vislumbrado breves... los he visto, lo sé. He visto algo de felicidad y belleza.

 

No sé dónde estoy. ¡Pero sé que he vivido algunos momentos de belleza! ¡Breves momentos de belleza y felicidad, mientras avanzo en mi camino, mientras avanzo en mi camino, mientras avanzo en mi camino, amigos míos! ¡He vivido, lo sé, sé que he vivido algunos brevísimos momentos de belleza! ¡Amigos míos! ¡Amigos míos!

 

Traducción de Vanesa G. Cazorla para la edición en DVD de Intermedio

 

 

 

 

NOTA A PIE DE PÁGINA

1 /    Este documento agrupa sólo los fragmentos de voz de la película, sin incluir la escritura de carteles que con frecuencia se intercalan y relacionan con el texto recitado. Agradecemos a Manuel Asín que nos haya facilitado el texto.